martes, 25 de junio de 2013

Cosas de papá

«—¿Adónde te lo llevas? —había preguntado mamá.

Cosas de hombres, había contestado Libero Parri, y a partir de ese momento Ultimo tampoco se había hecho más preguntas, porque si tienes cinco años y tu padre te lleva con él, de esa manera, eres feliz y punto. Por eso había correteado detrás de él hasta el cruce para Rabello. Lo había hecho sin saber que en un sinfín de ocasiones, ya de mayor, volvería a ver esa imagen, precisamente ésa: la silueta maciza de su padre, caminando a grandes pasos por delante de él, contra el vuelo de la niebla matinal, sin darse vuelta nunca, ni para esperarlo ni para verificar que todavía estaba allí. En esa severidad, y en esa ausencia total de dudas, residía todo lo que su padre le había enseñado del hecho de ser padres: que se trata de caminar, sin darse vuelta nunca. Caminar con el paso largo de los adultos, sin piedad, pero un paso límpido y regular, para que tu hijo pueda comprenderlo y permanecer pegado al mismo, a pesar de su paso de niño. Y hacerlo sin darse la vuelta nunca, si es que uno tiene fuerzas para hacerlo: para que él sepa que no se perderá, y que caminar juntos es un destino del que no es necesario dudar en ningún momento, ya que está escrito en la tierra. »


Alessandro Baricco , Esta historia, Anagrama, p.30-31

2 comentarios:

Olguet dijo...

Que hermoso. Más hermoso aún, es darse cuenta de adultos, de esa constante atención y cuidado que te prodigaba tu padre mientras caminaban, que sin dar vuelta nunca a la cabeza para mirar atrás, casi se le reventaban los músculos de la parte superior de la cara, mirando de reojo, enorgullecido de que le llevaras el paso.

Susana dijo...

Qué belleza.