sábado, 8 de enero de 2011


Dicen los que saben que la organización mental más allá de ser una sensación o un producto invisible puede verse reflejada en cada uno de los actos de una vida. Hoy he pensado que los ires e ires de la vida los he ido plasmando en mi cuarto: Nunca lo he contado pero ha existido en mi el descontento de tener que dormir en una pieza que no me ha gustado y finalmente me he pensado y construido como un turista de alcobas. Alcobas de casas ajenas, pisos de fincas raras, colchones inflables, colchoncitos, colchonetas, muebles, sábanas y hasta sillas. Un turista dormilón que no ha tenido la sensación de cama propia.

Primero fue mi hermana y allí fui un intruso, un pequeño varón en alcoba de tocador y muñecas. No recuerdo mucho excepto que queria tirar todo al piso y que no podia jugar con la colección de carritos de policia, bomberos y ambulancias que me habian dado por sacarme unos dientes de manera anticipada - Si, me han premiado por hacer algunas cosas raras, aunque todavia no entiendo por qué mi mamá premiaba la caída o extracción de mis dientes-.

Luego fue David, mi hermano amado, quien siempre me ha alegrado con su compañia. En ese cuarto, más que el espacio en si mismo, me alegró estar a su lado. Sólo sé que la decoración era como la reconstrucción de un terremoto. Las cosas valían más por su practicidad que por apariencia. Por eso tanto tiempo se colgó en la pared un reloj de Mickey el ratón.

De la decoración recuerdo muchos afiches: las modelos de la revista nueva de los sábados, los mejores basquetbolistas, bob marley y un par de leones. Nunca algo realmente lindo y mío y solo unos pocos intentos de hacer propia una alcoba que no me ha pertenecido.

Son tantos los cuartos que contarlos no se puede, en la semana sólo duermo una o dos noches en la misma cama: Y ahora me he convertido en un feliz turista de alcobas subsidiado y conozco tantos cuartos de hoteles como me hes posible...en fin. el caso:

Hoy mientras organizaba mi mente y la alcoba, me di cuenta de varias cosas: Que la cama en la que he dormido no ha sido nunca una medida que da cuenta de las distancias que recorro; que por fin, aunque no siento mías esas cuatro paredes, me siento alegre con el decorado: Ese sí es mío, por las cosas que hacen parte de cuentos, mis cuentos, mis historias: las construidas, las robadas y las regaladas.

Arreglar ambas cosas tomó segundos, vamos a ver cuánto me tardo en volver a desordenarlo todo. Quiza haya record.